Este modo del dibujo del viaje imaginario, o dibujos de viajes mentales, incluye desde aquellos que tienen como referencia la experiencia de viajes anteriores, desde los que se proyectan dibujos basados en el recuerdo y la evocación, hasta aquellos que se refieren a los dibujos de los viajes inventados sólo reales, por ejemplo, en el campo de la literatura. De esta manera, sin haberse desplazado físicamente, se puede viajar y dibujar un relato arquitectónico que sólo ocurre en la imaginación
Entre los meses de marzo y diciembre de 1911 Charles-Edouard Jeanneret realizó su particular Gran Tour. Su diario de viaje será conocido posteriormente como Viaje de Oriente. Partiendo de Berlín, recorre el cauce del Danubio, visita Bohemia, Serbia, Rumanía, Bulgaria y Turquía, regresando al punto de partida por Grecia e Italia. Tres años después de finalizado el viaje (1914), cuando iba a presentar el manuscrito de su diario de viaje con objeto de publicarlo en forma de un libro que no vio la luz, escribió dos capítulos más sobre sus visitas al Monte Athos y al Partenón, basados principalmente en evocaciones y recuerdos. Cincuenta y cuatro años después (1965), poco antes de morir, Le Corbusier revisó de nuevo su manuscrito publicándose un año después (Papapetros 2011, 140). Le Corbusier construye dos mundos paralelos, el del viaje real y el del viaje evocado. No sabemos si todos los dibujos del Viaje a Oriente fueron in situ o si en alguna medida fueron el producto de la memoria, pero la capacidad de Le Corbusier de construir un viaje imaginario puede resultar más significativa que el diario del viaje por Oriente.
Entre mayo de 1928 y marzo de 1929 se desarrolla el itinerario del viaje por Europa de Louis Kahn. Entre 1950 y 1951, siendo profesor en Yale y becado por la Academia de Roma, viaja por Italia y Egipto. Una parte significativa de los dibujos que ilustran estos viajes, tanto los que fueron hechos in situ como los realizados a su regreso, trascienden la representación de la realidad creando mundos paralelos. Louis Kahn:
Tratar de imitar con exactitud no tiene ningún valor. Si ése fuera nuestro objetivo, la fotografía nos sería de mayor utilidad. Ya que nuestra intención no es la simple imitación, nuestros dibujos deberían estar llenos de improvisación y creatividad. (...). La capacidad de ver surge de un continuo análisis de las reacciones que nos suscita lo que vemos y de su importancia para nosotros. Cuanto más miremos, más llegaremos a ver.
Intento en todos mis dibujos no ser por entero esclavo del tema. Aunque tengo el debido respeto por él, lo interpreto como algo tangible y vivo, a partir del cual procuro exteriorizar mis sentimientos. He aprendido a interpretarlo de tal forma, que me permito mover montañas y árboles, o cambiar cúpulas y torres para que se adapten a mi gusto. Intento obtener una composición, y hacer que cada dibujo tenga para mí el mismo valor que pudiera alcanzar un problema de diseño. Hacer este tipo de dibujos requiere, evidentemente, tomar muchas impresiones y apuntes sobre la marcha. Luego hay que dejarlos de lado, ponerse a trabajar a partir de ellos y hacer que las ideas vayan cristalizando, con el fin de desarrollar la imagen en forma de un diseño inteligible [...] En realidad, no hace ninguna falta seguir las reglas de la perspectiva al hacer apuntes de interés para nosotros... (Montes 2005, p.28).
En sus viajes Louis Kahn dibuja modificando la configuración de la naturaleza y la arquitectura construyendo un mundo imaginario alrededor de las formas y la luz.
El dibujo de Utzon en el que un personaje moja la pluma en el tintero de su cabeza abierta nos presenta al propio arquitecto dispuesto a dibujar su mundo imaginario por medio de la memoria. Utzon crea una realidad fantástica a partir del recuerdo de aquellos viajes que realizó a finales de los años cuarenta y durante los años cincuenta del siglo pasado. En los templos mayas de Uxmal y Chichén Itzá vivió la experiencia de pasar de la oscura y limitada jungla a la experiencia de luz y espacio sin límites que la ascensión ofrece. Ahí arriba, el techo de la jungla se ha transformado en espeso mar de verdes hojas, y la plataforma en mágica isla. (...). Pero, ya sobre la plataforma, descubrimos aún un nuevo techo. Ese techo fugaz y cambiante que son las nubes. Parece como si, para Utzon, la realidad estuviera formada por mundos paralelos y ayudar a atravesarlos sea una de las tareas del arquitecto (Muro 1996).
Utzon inventa un lugar imaginario a partir de esta doble presencia hacia el que viaja constantemente para encontrar argumentos para la creación. Buena parte de su obra va a quedar definida por los dibujos de estos itinerarios imaginarios: dos trazos precisos, dos membranas suspendidas entre la tierra y el cielo, cubiertas sobre plataformas. Utzon dibujó continuamente la distancia entre estos dos estratos: su pensamiento se mueve constantemente de un extremo a otro en ese intervalo de lugar y de tiempo convencido que tras las imágenes y los sueños de aquella realidad revelada en los viajes hacia las antiguas culturas se hallan las ideas ocultas de una nueva arquitectura.
Algo hay de común en los viajes de Asplund, Aalto y Utzon, los viajeros que vienen del norte. Sin duda, la experiencia de los viajes en el inicio de su formación como arquitectos está presente en el modo de hacer arquitectura. Los dibujos del viaje imaginario constituyen la traslación de los dibujos del viaje real a las formas y espacios de sus edificios: los cielos estrellados de Apslund están en los bailes de las noches estrelladas de los pueblos que conoció en su viaje de medio año por Italia y Túnez (1914); soles, bosques y auroras boreales en Aalto son elementos del imaginario poético del viaje interior idealizado; nubes sobre el mar, cubiertas flotantes sobre plataformas, recuerdo de primeros viajes, evocados y dibujados por Utzon están en la base y la altura de buena parte de su obra. Estos tres arquitectos comparten el dibujar la experiencia de viajar para construir una nueva naturaleza.
Una fotografía de 1977 es testigo del momento en que Álvaro Siza inicia su camino por La Malagueira. En este viaje por la tierra y el cielo, Siza nos permite tomar conciencia de la distancia que hay entre el acto perceptivo (ver la realidad) y el acto creador (transformar la realidad), un intervalo donde se instala mediante una estrategia de carácter artístico en la que realidad y proyecto se pueden encontrar en una misma hoja de papel, en un dibujo de viaje que transfigura lo real en elemento del proyecto y su propuesta en una nueva naturaleza: en el mismo sitio y en el mismo momento no dibuja para ver lo que hay sino para ver lo que habrá.
Siza convoca simultáneamente los dos viajes, el real y el imaginario. Los numerosos dibujos que produce en este proceso de transfiguración de la realidad, empezando por el que representa al propio arquitecto encargado de proyectar una ciudad junto a la muralla de Évora y siguiendo por las numerosas visones aéreas, nos presentan un mundo imaginario, una segunda naturaleza que constituye la nueva realidad de La Malagueira.